lunes, 10 de diciembre de 2012

Cositas de Zig Ziglar

Así tanto como lo admiro, le he sacado una pega. Dice que "Hay que esperar lo mejor. Prepararse para lo peor. Sacar provecho de lo que viene" y yo digo, Zig, si te preparas para lo peor, nunca te va a esperar lo que esperas, sino lo que no. Creo que muy a menudo hacemos planes más para evitar lo que no queremos que nos pase, que para que realmente nos pase lo que queremos, por una cuestión de falta de confianza en uno mismo. Me gusta más esto "Hay que esperar lo mejor, prepararse bien para ello y tomar provecho de todo lo que venga"

La felicidad

Me gusta la receta de Eduardo Puset para la felicidad FELICIDAD = buenas relaciones sociales + una relación de pareja satisfactoria + una actitud optimista ante la vida + sentir gratitud + saber perdonar + mantenernos activos + hacer las cosas que se nos dan bien + gustarse + tratarse bien + disfrutar de los detalles + tomarse todo con calma. Como persona, me dan ganas de levantarme todos los días y leerla. Como profesora, de promoverla. Si un sistema educativo se encargara de promover todo esto, quizá el mundo funcionara de otra manera. No me parece que esté esto muy alejado de una conclusión muy bonita del Dalai Lama, cuando afirma que la búsqueda y captura de la felicidad es una posibilidad de la mente humana, pero que necesita ser entrenada y someterse a una disciplina, así como tantas otras- la comprensión de la matemática es un potencial de nuestra mente, pero no necesariamente llega sin el estudio. El sistema educativo parece estar empeñado en cerrarle la puerta en las narices a la educación, en su más amplia definición, en favor de la instrucción. Y es una pena, porque...realmente... no funciona.

"A azafato renegado no le mires el diente"

Volví ayer de una visita al lago Inle. Desafortunadamente no había vuelos directos de vuelta y tuve que volar desde Heho a Mandalay, de Mandalay a Bagan y de Bagan a Yangón, deseando ver a mi familia que me esperaba en su hotel. Al llegar a Yangón, una vez aterrizado el avión, paramos al lado de la puerta en el aeropuerto nacional. Me quité el cinturón y me levanté, dispuesta a coger mi bolsa y salir volando, pero uno de los azafatos me pidió que me sentara y esperara. - Ya está- pensé- el azafato tocapelotas que no te deja que te levantes, aunque el avión haya parado porque las luces de seguridad no se han apagado- y mirando por la ventana me resigné- ¡Pero bueno!- pensé- ¡si los de alante se están levantando!- volvía a ahogar mi angustia mirando por la ventana, pero el sonido de flashes de cámaras fotográficas depertó mi atención hacia el pasillo...y ¡mira a quién me encontré!