En esto nos hemos convertido:
Tanto contarles que como el príncipe luchó tan requetebién, de regalo le dieron a la princesa en matrimonio (y por lo tanto, era suya), tanto contárselo, tanto contárselo que al final se lo creyeron.
Y lo peor vino cuando entramos en la sociedad de consumo, y, los pobres, se agobiaron con la compra. A saber, es la ley de la oferta y la demanda.
Jarrones marrones, blancos y estampados. Gorditos, bajos o estilizados. Estilo funky o minimalista modernizado. ¡Y todos quieren "llevarse" el mejor!
Pero sepan, SEÑORES, que no somos ni SUS ni sus FLOREROS y que las relaciones no son bienes de consumo, por lo menos hasta que no se cree el corte inglés sentimental, y a uno, después de buscar y comparar, le devuelvan el tiempo perdido.
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