jueves, 14 de enero de 2010

El vaso medio vacío

Llego a casa, hablo con los perros e intento conectarme a internet, pero mis vecinos no lo tienen conectado (cualquier día les pongo una denuncia).
Escucho música un rato y cuando quiero darme cuenta llevo horas sentada viajando con mi imaginación.
Me resisto a pensar que dentro de unos años mi madre estará tan lejos de mí como lo está ahora mi padre. Que se habrá convertido en un recuerdo que sólo visitará mi mente muy de vez en cuando, aunque sea con un buen recuerdo.
Me acuerdo de que no quiero que me haya pasado lo que ya me ha pasado.
Digiero los dos años de mierda que no me ha dado tiempo a digerir en su día porque vivimos en un mundo absurdo de prisas, trabajos y compromisos. Me enfado conmigo por no haberme alejado de esta rutina. Luego me lo perdono, porque si no nos perdonáramos las cosas, no podríamos ser felices.
Y luego lloro. Porque...se ha muerto mi madre y me siento sola.
Supongo que mi obligación es ser feliz con los que quedan y no quejarme. Pues ¡qué asco de obligación!

2 comentarios:

  1. muy grande Ada, hay recuerdos que no se van nunca solo dejen de doler...¡¡ánimo wily fog!!!

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  2. Yo creo q tu obligación es quejarte cuando tu alma te lo pide, gritar contra el mundo cuando te dé una patada en el culo y buscar la felicidad en el camino siguiendo tu corazón (enorme)y tus instintos.Los que te quieren serán felices si persigues tus sueños, y los q parece que no están siguen contigo aunque no los veas(pero seguro q a menudo los sientes).
    Eso es lo q yo creo,y me lo aplico a mí, q ya no tengo ningún familiar directo...
    P´alante, p´alante!!!!, como dice mi amiga Angie.
    A disfrutar de la vida, que es perra pero también mágica (como tus cuentos)
    Ánimo, reina, prometo brindar en el Ribadas para q las sonrisas te inunden.
    Besitos.
    Dina

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