miércoles, 4 de noviembre de 2009

No me deja de sorprender



Diez y media de la mañana. Estoy en una cafetería (¡pena de foto!).
Siete personas a mi alrededor, dos chicos, el resto chicas, de 25 a 30, cada uno con su portátil, no se oye ni una mosca.
Habría que ver esta cafetería a la misma hora en España: llena de humo y de gritos, gente entrando y saliendo, obreros con su coñac mañanero. Nada que ver.

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